viernes, 23 de abril de 2010

LA INVESTIGACIÓN DESDE UN ENFOQUE CONTEXTUAL. ABRAHAM GALARZA CID

Texto leído en la presentación de libro: SÁNCHEZ AVIÑA, JOSÉ GUADALUPE (2006) (2ª EDICIÓN) EL PROCESO DE LA INVESTIGACIÓN DE TESIS UN ENFOQUE CONTEXTUAL, MÉXICO: UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA, BUAP, IEU, U. DEL VALLE DE MÉXICO.

¿Cuando se comienza a hacer una investigación? ¿Todos podemos hacer una investigación? ¿Sólo personas geniales pueden hacer una investigación?

Heródoto, el historiador de la antigüedad y conocedor del mundo antiguo, en un viaje por Egipto noto un acontecimiento extraño para su bien entrenada percepción: el río Nilo crecía e inundaba los valles, pero a diferencia de lo que la mayoría de nosotros pudiéramos esperar no estaba lloviendo. En cambio la gente de Egipto, que no conocía otros pueblos ni otros ríos, no lo veía como algo problemático: para ellos siempre ocurría lo mismo cada año. Heródoto pensó en otras posibilidades, deshielos de las montañas, brisas del mar, etc. pero ninguna de las respuestas era satisfactoria ante las pruebas empíricas (1).

Karl Popper, el filósofo de la ciencia, señala al respecto: "La investigación comienza cuando nos enfrentamos a un problema o dificultad, teórica o práctica", donde las respuestas habituales dejan de funcionar, pues si éstas nos aclaran una duda momentánea no hacemos investigación, sólo hacemos una consulta, y así la aparente dificultad se desvanece, no buscamos nuevos conocimientos que nos aclaren cómo funciona esa parte del mundo que desde nuestra perspectiva se ha desorganizado.

También es digno de resaltar otro rasgo: Heródoto tenía una amplio conocimiento sobre el comportamiento de los ríos, mientras que los egipcios no; por eso él veía un problema de investigación donde los demás percibían una situación ordinaria: es decir, que al plantear un problema de investigación hay una tensión entre conocimiento-ignorancia, donde el primero deviene en el segundo. Quién no tiene conocimientos no sabe que ignora algún aspecto del mundo, simplemente es incapaz de percibirlo. Karl Popper dice al respecto:

el conocimiento no comienza con percepciones u observación de datos o de hechos, sino con problemas. No hay conocimiento sin problemas –pero tampoco hay ningún problema sin conocimiento. Es decir que éste comienza con la tensión entre saber y no saber, entre conocimiento e ignorancia: ningún problema sin conocimiento- ningún problema sin ignorancia. Porque todo problema surge del descubrimiento de que algo no está en orden en nuestro presunto saber. (2)”

El maestro José Guadalupe Sánchez Aviña, con muchos años de experiencia y con una enorme cantidad de tesis dirigidas, contesta afirmativamente: todos podemos hacer una investigación, siempre y cuando sigamos el orden natural de nuestro pensamiento, es decir, plantear como problemas de investigación dificultades experimentadas en la historia de nuestras vidas y no dificultades abstractas, relacionadas con temas y conocimientos que aun no acabamos de dominar o ajenos a nuestra perspectiva. Sin embargo, para que sea una investigación es necesario ir abandonando, paulatinamente, nuestra representación de sentido común, para adoptar el punto de vista racional: producir conocimientos a través del análisis, del argumento, el razonamiento y la demostración lógica y empírica.

Aunque la densa epistemología poperiana no este presente en letra en su libro, si se encuentra en espíritu: la capacidad humana de razonar y problematizar presente en la vida diaria es la misma que se utiliza para hacer una investigación con instrumentos y normas científicas.

Aunque existe una paradoja: Poper llama a este procedimiento de investigación hipotético deductivo, mientras que Sánchez Aviña lo llama Inductivo. Para Popper es deductivo dado que nuestra percepción del mundo no es directa, está mediada por nuestros conocimientos previos, que son, por decirlo así, teorías ingenuas sobre el funcionamiento de algunos aspectos del mundo que entran en crisis ante una dificultad, razón por la cual investigamos, dando por resultado mejores teorías sobre el funcionamiento del mundo.

Sánchez Aviña en cambio lo llama Inductivo, porque parte de una postura fenomenológica: cómo es el mundo para alguien que no está contaminado por teorías densas, es más, no está interesado por ellas, pero aun así es capaz de hacer una investigación.

Habría que considerar que aquí tampoco hay un punto de vista puro: el que investiga tiene una perspectiva que está mediada por su sistema de creencias acerca del funcionamiento del mundo. Es muy altamente probable que ese mismo sistema de creencias obstruya o posibilite una perspectiva problematizadora, que sepa enunciar o no problemas de investigación, ahí donde otros ven situaciones rutinarias. Por ejemplo, los astrónomos europeos medievales nunca concibieron la orbita de los planetas de nuestro sistema solar como elipses, ni que el sol fuera el centro de ese sistema, debido a sus creencias religiosas.

Por la razón anterior, el llamado “enfoque deductivo” tiene una existencia persistente: pues parte del supuesto de que el conocimiento de las teorías potencia la capacidad de percibir como problemas de investigación las situaciones de la vida diaria, dejando de lado las “distorsionadas imágenes” de nuestras creencias infundadas. No obstante en las universidades seguimos dando mayor peso a la enseñanza y no al aprendizaje, razón por la cual no hay aprendizaje significativo de las teorías.

En todo caso tenemos un excelente libro que a mí en lo personal, desde su primera edición, me ha sido de gran utilidad para ayudar a algunas personas a plantear un problema de investigación y finalizar una tesis, pues es sistemático, altamente coherente y cohesionado, sin dejar de ser sencillo. A los maestros y alumnos de esta licenciatura nos ayudará mucho el leerlo.

Finalmente hay que felicitar a las universidades y personas que han tenido confianza en Pepe, pues el prestigio y la honra no son sólo para él, sino para estas universidades que están autén
ticamente interesadas en la producción de nuevos conocimientos. Habría que tomarlas como ejemplo, sobre todo por un libro de alta calidad producido por una persona que ha demostrado lo que se puede lograr con dedicación y una actitud honestamente académica.

Notas:
(1) Cohen, Ernest y Nagel, Morris (2001) La lógica y el método científico, Vol. I y II, Buenos Aires, Amorrortú. P. 14
(2)Popper en Mardones, J. M. / Ursua, N. (1992) Filosofía de las ciencias humanas y sociales. Materiales para una fundamentación científica, México Fontamara. P. 105


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