El Gigante
teleadicto contra Neto
Abraham
Galarza Cid
Había una vez en un país muy
lejano un gigante que vivía solo y se aburría todo el día. Se la pasaba viendo
tele.
Un día pasó un niño de apenas
7 años, muy listo, por cierto, llamado Neto. Él vendía gelatinas para ganarse
la vida pues sus papás eran muy pobres. Viajando de pueblo en pueblo llegó a la
“Villa del Gigante”.
El Gigante de tanto ver tele
todo el día y de no hacer nada se volvió malo y haragán; así que cuando tocaron
a su puerta se enojó mucho, ¡precisamente cuando estaba viendo dos minutos de
uno de sus 200 programas favoritos ¡
—Gritó:
¿QUIÉN ME MOLESTA CUANDO ESTOY TAN OCUPADO? ¡ME LO VOY A COMER ¡
Neto no sabía en lo que se
había metido, así que cuando la puerta de la casa se abrió violentamente se
sorprendió. Más sorprendido quedó al ver que de una casa tan pequeña saliera
tan feo gigante y enojado mientras vocifero:
—¿QUIÉN
ME VIENE A MOLESTAR? ¡PREPÁRATE PARA SER MI CENA!
—¿Qué
le pasa señor? —dijo Neto con miedo— Yo sólo quiero vender gelatinas—expreso
intentando calmarlo.
—¡A
NADIE QUE INTERRUMPA MI PROGRAMA FAVORITO LE PERDONÓ LA VIDA! — dijo con
estridencia y arrogancia el gigante
—¡MI
VIDA ES TAN ABURRIDA QUE NO PUEDO SOPORTAR VIVIR SIN VER LA TELE! —continuo el gigante—¡Y
TÚ ME HAS DEJADO SIN TELE POR UNOS INSTANTES ¡— concluyo el gigante con
petulancia.
En ese momento Neto dejó de
espantarse, se conmovió por su historia y con su aguda mente pensó en algo:
—Mire
señor, soy muy pequeño y pellejudo— dijo pellizcándose el brazo, cautamente
continuo:
—Seguramente
le voy a hacer daño. Mire yo traigo algo agradable que vale mucho la pena
probar: gelatinas deliciosas que hace mi mamá—.
—Y
como remedio para su tristeza y aburrimiento le voy a enseñar algo: cómo ser un
mago—, dijo el niño con mucha convicción.
El gigante dudó por un momento,
pero pensó:
—Bueno,
quizás vale la pena hacer otra cosa muy distinta en este día—.
—Está
bien, ¡HAZLO ¡— dijo el gigante con los ojos cerrados y haciendo una u
volteadas en sus labios y en sus cejas.
Entonces Neto sacó de su
cajita de vidrio sus gelatinas: daba gusto verlas verdes, amarillas moradas,
blancas, ¡brillantes como joyas!
También sacó un triángulo de
vidrio y lo puso sobre la caja de gelatinas, apoyándola en una piedra mientras
le daba vueltas. Cada gelatina tocada por la luz cambiaba de color:
la amarilla se ponía verde, la roja morada y así por el estilo.
El Gigante, con sus ojos bien
abiertos igual que su boca, quedó deslumbrado por la magia de Neto, quien le
dijo:
—Ahora
prueba una azul—.
—¡Guau!
— el gigante sintió cómo un arcoíris en su boca, mientras ponía cara con ganas
de aprender, le preguntó a Neto —¿Cómo lo haces? —
— Sí
me dejas ir a mi casa te enseño— dijo Neto con astucia y valentía.
Neto
le enseño a hacer sus propias gelatinas, le regalo su prisma para que el
gigante pudiera hacer su magia; le platico de muchas cosas que él hacía para
aprender y divertirse.
Y así fue como Neto regreso a
casa y el gigante se volvió sabio y no aburrirse al alejarse de su televisión, pues
aprendió magia, cómo hacer gelatinas, muchas otras cosas y, lo mejor, aprender
por sí mismo a hacer cosas interesantes, divertidas y educativas.
Esa no fue la aventura más peligrosa
que tuvo Neto en su vida: Como a cualquiera de nosotros, en otras ocasiones estuvo
en peligro: como en aquella ocasión que viajaba con su mamá por la noche y su
carreta fue arrastrada por un repentino rio que se formó con una tormenta. O
cuando en medio de la oscuridad fue a buscar a su hermana Marianita en la cueva
del monje, atravesando el llamado “bosque de pericos”. para ayudar a su hermana
que se había extraviado. Otras veces sufrió estrecheces o penas del corazón.
Todo esto y más lo volvió fuerte y de mente muy aguda.
Un día Neto, ya un joven
adulto, guardo sus cosas y salió de su casa para hacer su vida fuera del
cuidado de sus padres. Mientras su papá se escondía con lágrimas de Magdalena,
su mama le dijo que le esperaban muchas aventuras, algunas no muy agradables,
pero confiaba en su fortaleza para que todo se resolviera de la mejor forma:
—Sólo de esta manera el joven que comienza su camino será
un hombre distinto cuando llegue a su meta— le dijo su madre mientras le daba
un beso despidiéndose.
Y colorín colorado, este
cuento se ha acabado.
Fin
*Advertencia: esta historia y los personajes que aparecen en esta son ficticios. Cualquier parecido con personas reales, o con hechos reales es pura coincidencia.
Las ilustraciones fueron creadas con I.A.
La historia fue elaborada de manera artesanal y con la receta secreta.
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