Entendemos
por identidad la afiliación con algo común a todos los hombres o a una
comunidad. Mientras que diferencia es el conjunto de pensamientos y emociones
intransferibles e imposibles de enajenar, pertenecientes exclusivamente al
individuo.
La primera se forma por un juego de
la necesidad: un conjunto de cualidades comunes a diversos ejemplares y que
como tales los hacen pertenecen a un conjunto.
El segundo deriva de lo contingente, es decir aquellas cualidades que
posee un elemento pero de forma accidental, y los otros no lo poseen.
En las definiciones lógicas es relativamente sencillo jugar con
estos elementos para hacer definiciones que sean aceptables para una comunidad,
por ejemplo, una silla pertenece a la categoría muebles, ser un mueble es su
identidad, pero también es importante su diferencia, una silla no es una cama,
la silla posee una singularidad que no puede ser transferida a los otros
muebles, pues perdería su propia eseidad.
La identidad y diferencia depende de
una operación de definición, es decir, de ponerle límites claros a un significado
para hacerlo operatorio; pero ésta no es una movimiento automático que se
realice por sí mismo, hay alguien que hace la definición. En las relaciones
humanas las identidades son definidas exteriormente o interiormente.
Así la identidad y diferencia son
atributos asignado por unas personas a otras, o asignado por las personas a si
mismas. En las definiciones lógicas, suponemos, se definen objetos inertes o sin
capacidad de respuesta subjetiva como la que poseemos los seres humanos,
digamos la definición de un mineral una planta o un animal. Mientras que las
atribuciones de identidad de las personas implican el posible rechazo, pues
tenemos capacidad de respuesta subjetiva. Es por eso que, por ejemplo, el amo
se asegura de fijar la identidad del esclavo no solo nominalmente, sino a
través de prácticas que inhiban la respuesta subjetiva, tales como las cadenas,
la tortura o la muerte. Lo cuál no quiere decir que la denominación nominal sea
menos cruel, de hecho es una forma de marca con acero y fuego, como la que se
hace con el ganado, de ahí la efectividad para la fijación de ciertas
identidades negativas, tales como avergonzarse de ser negro, o morenos y tener el
pelo oscuro, y por eso uno o una acaba por pintárselo de rubio o pelirrojo. Así
una identidad fijada exteriormente acaba por ser auto adscrita.
La identidad y diferencia son un
juego de fuerzas, unas vencidas en las que los brazos de los oponentes, a pesar
de ser desiguales en cantidad de fuerza, pueden llegar a momentos de equilibro,
y repentinamente caer hacia uno de los lados. Lo importante es la resistencia
que se opone para que no se nos imponga una identidad ajena a nuestra diferencia.
Actualmente unos brazos muy
poderosos nos quiere atribuir una identidad, y en ocasiones, quizás muchas lo
hacen con fuego y acero, como si fuéramos ganado. ¿Cuál es ésta? Atribuirnos la
identidad de consumidores del primer mundo. René Drucker Colín, con cierta
ironía, nos ejemplifica la forma en que se va imponiendo esta nueva identidad:
“Una de ellas, por ejemplo, es la alimentación, donde a raíz de la introducción
masiva y constante de productos baratos y de rápida confección, se ha logrado
introducir a nuestro país (pero asimismo en el mundo entero), cambiando
costumbres, una serie de insumos culinarios baratos, pero de bajísima calidad y
de alta peligrosidad para la salud”[1].
Las cadenas de fast food o comida rápida como McDonald's son responsables de
los cambios alimenticios en la población, lo que ha logrado que nos coloquemos
en el segundo lugar después de Estados Unidos en obesidad y quizás pronto lo
estemos en la diabetes juvenil. No obstante el modelo MacDonald´s no se limita
al terreno de la mala alimentación, se ha convertido en un nuevo modelo de vida
que penetra todos los ámbitos de la vida así como en visión de desarrollo del
país por parte de ciertos grupos políticos. Lo rápido es negocio, la calidad es
prescindible, la McDonaldización ha terminado
siendo un estilo a seguir. El modelo de "comida rápida" esta presente
en la política, en la cultura de la televisión y aun en las universidades
MacDonald´s: “…en las cuales la educación que se imparte termina enfermando a
los alumnos de una especie de espejismo educacional: los "preparan"
para una serie de empleos que frecuentemente no sólo no existen, sino que
además, cuando sus egresados son contratados, los sueldos que reciben son
equivalentes a su preparación: malos, por no decir malísimos[2]”
Como dice Drucker Colín: “Hoy día el
conocimiento, la cultura, la educación de calidad son consideradas por los
grupos de poder inútiles y como piedritas en el zapato”, “lo que desean es
saquear al país y generar una sociedad complaciente, pobremente educada y, por
ende, fácilmente manipulable, impulsando todos los valores más superficiales y
anodinos.[3]”
Nuestra
identidad y diferencia comienzan a mutar cuando se convence a un muchacho o
muchacha de que todo es fácil, que no es necesario esforzarse, en pensar y
comprender, y que ser crítico puede ser peligroso, pues puede uno caer en el
infierno del desempleo, por eso la siempre velada y a veces abierta amenaza de
perder lo poco que se posee. No les hagamos las cosas fáciles a los hombres que
hoy, pero no por siempre, tienen poder. Que nuestra identidad no sea de
consumidores de chatarra cultural, sino que nos identifiquemos con aquello que
cuesta trabaja y dolor, pero que al mismo tiempo es amado y nos da placer y
dignidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario