LA ENVIDIA Y LA VIRTUD. LA AFECTIVIDAD EN EL PENSAMIENTO NEOLIBERAL
Abraham Galarza Cid
abraham_galarza_cid@hotmail.com
Nuestro marco conceptual es la teoría cognitiva de la metáfora de Lakoff, Johnson y otros.
Partimos de la idea, según la cual, la afectividad se define desde una nomenclatura de carácter colectivo; para una mejor comprensión de ésta, es importante, además, especificar qué tipo de afectividad se define, desde qué posición social se hace y a quién se le atribuye determinados estados afectivos.
En el caso concreto del pensamiento neoliberal, proponemos que utiliza marcos conceptuales y metáforas de carácter cotidiano, con el fin de crear una imagen familiar del capitalista prototípico, así como de las personas pobres de las sociedades capitalistas. Estas imágenes enfatizan que la clave para la acumulación de riqueza material es la posesión de una serie de atributos éticos positivos, mientras que la pobreza se debe a la carencia total de éstos.
Este cuadro se completa con la configuración de una imagen, basada en la afectividad, de los críticos del sistema de economía de mercado o capitalista, especialmente aquellos que sostienen que la riqueza del mundo capitalista es producto de la explotación, la corrupción y el engaño. El pensamiento neoliberal sostiene que estas afirmaciones no son producto de la investigación y la argumentación, sino de estados afectivos como la envidia, o de patologías mentales, que son propios del discurso de personas carentes de toda virtud, como los ladrones.
Nuestro trabajo intenta hacer una deconstrucción del mito capitalista del empresario virtuoso, que ponga en evidencia que la acumulación de riqueza en el mundo capitalista es producto de la explotación, la corrupción y la manipulación de la ley. Concluimos con la propuesta de pensar al empresario capitalista bajo nuevas metáforas que posibiliten destacar estos aspectos que generalmente quedan en la sombra en el imaginario colectivo.
Partimos de que la afectividad colectiva es tanto la clasificación como la regulación de nuestras emociones desde la perspectiva de lo público; es decir, el conjunto de nuestras emociones es definido desde una nomenclatura de carácter colectivo, y la puesta en escena de estas emociones depende de nuestra interacciones en ese ámbito, nuestras emociones no emergen ni tienen sentido al margen de los otros. Por un lado esto implica que las emociones no pueden considerarse como meros estados subjetivos privados que ocurren y se disparan simplemente por disposiciones internas del individuo. Por otro lado, su aspecto social las vuelve situaciones contingentes, es la interacción la que las dispara y define; las emociones no podrán ser atrapadas y localizadas en una taxonomía científica que deje al margen los marcos sociales que las hacen emerger y que las regulan.
Si bien es cierto que una condición para el acontecer de nuestras emociones es la manifestación de determinados procesos biológicos (nuestro sistema neuronal, la activación de componentes químicos), son los marcos sociales de la experiencia quienes modulan el significado de estas emociones. Estos marcos obedecen a normatividades de carácter histórico, económico y político, así como a determinadas relaciones de poder. Los marcos son la expresión conceptual e imaginaria de estos componentes sociales. En nuestras interacciones cotidianas jugamos conceptualmente con estos componentes de carácter colectivo, posibilitando sistemas de significado ricos y flexibles.
Por lo anterior, las definiciones nunca serán de carácter objetivo, universal y necesario, de ahí la disputa interminable por saber quién define las emociones de forma correcta, pues muchos parten de que este tipo de definiciones pueden llegar a establecerse. Estas operaciones clasificatorias se hacen desde cierta ubicación social y desde ciertos marcos, y no necesariamente son claras, pues los enmarcamientos, en muchas ocasiones son procedimientos de carácter inconciente. Por esta razón, para comprender mejor nuestras emociones, es importante saber quién hace la definición y a quien se le atribuye ésta.
Con este análisis queremos poner en evidencia el carácter ideológico de las actuales políticas de corte neoliberal en México.
Finalmente realizamos un análisis de la afectividad del capitalismo neoliberal, guiado por las consideraciones anteriores. Proponemos que a pesar de la crisis actual mundial del capitalismo, muchos consideran que éste es de naturaleza “ecológica” (neodarwinista) y estos momentos son la depuración del sistema, lo cual permite la supervivencia del más apto. Habría así un metadiscurso que organiza el pensamiento neoliberal a partir de un enmarcamiento y un sistema de metáforas de carácter moral, en el cual la definición de lo afectivo tendría una importancia fundamental. “Envidia” y “Virtud” serían dos categorías que explicarían la riqueza de unos y la pobreza de otros, así como el desacuerdo con la visión capitalista del mundo y el deseo de trastocar este orden. Es por eso que consideramos valioso nuestro aporte a la comprensión de este fenómeno.
Palabras clave: afectividad, envidia, virtud, neoliberalismo, metáforas
Ponencia presentada en el XVIII Congreso Mexicano de Psicología Universidad Iberoamericana Santa Fe, México Distrito Federal, los días 20, 21 y 22 de octubre de 2010.
Revista mexicana de Psicología:
Publicado en las Memorias del XVIII Congreso de la Sociedad Mexicana de Psicología y la Universidad Iberoamericana santa Fé. Revista Mexicana de Psicología ISSN 0185607-3